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¿MARGINADOS O AUTOMARGINADOS?

Posted by Sci-Fi

¿MARGINADOS O AUTOMARGINADOS?

VIDA Y RESPONSABILIDADES DE LOS POETAS BORRACHINES


Es típico figurarse la imagen de un poeta como un atormentando del sino, involucrado en los aspectos más sublimados y defenestrados de la experiencia humana, el dolor, la estolidez y la vivencialidad aberrante. ¿Acaso para ser poeta se reclama ser incomprendido, díscolo, destornillado, raro, extravagante? ¿Acaso para ser llamado poeta debemos dejarnos ver piltrafas, mequetrefes, desorbitados, ebrios escuálidos, desgreñados putrefactos, apestosos? Creo que esa imagen de destartalez, de lumpen y submundo, màs que bien, ha maculado la imagen del “ser poeta” a través de la historia. Y es que muchos no sólo han desgraciado su propia vida y han entufado su imagen por sus propias actitudes Buenos como poetas-creadores, pero perfectos sinvergüenzas, canallas, borrachines alcohólicos, drogadictos viciosos y antisociales, irresponsables y vividores- ¿Acaso no tiene que haber cierta congruencia entre lo que se vive y se escribe? ¿Cómo podría validar un poema de amor, de paz, de candidez; si mi estilo de vida es de odio, misogenerìa y de grosera y putrefacta esperpentez sexópata? ¿Acaso nada tiene que ver la belleza de un poema con la fetidez de las actitudes del que lo crea? Por supuesto, un poeta limpio en su verso tiene que tener una mente, actitud y acciones limpias para que su verso se apareje a lo que es como artista y persona.

Cuando un poeta está ebrio no solo aflora su dolor, su llanto de sus frustraciones, sus fobias, sus complejos de inferioridad (escondido en que es el dios de la poesía y que sus creaciones son el màs perfecto néctar destilado del lenguaje y de la invención humana) sino que también brota su egomanía, sus taras y su profundad soledad y sentimiento de frustraciones e incomprensiones. Como todo borrachito, poeta o no: cuando está ebrio le brota la verdad y su mísera realidad. Pero no es que el poeta carezca y deba prescindir de problemas y miserias, quizás sea este el combustible perfecto para hacer y avanzar en cantidad y calidad en sus creaciones, el asunto es la imagen que proyecta, el asunto es lo que él crea y diferencie la bohemia de una juerga sin sentido, sólo como un atosigamiento de licor que estupidiza y lo sumerja en la tinieblas de los desposeídos y lleguen a tocar el fondo de la nada.

Cuando un poeta borrachín se queje o se autoatribuya ser un marginado social ¿acaso no le quepa responsabilidad en sus propias actitudes? En el Perú, en general y en Lambayeque en particular, si un encuentro, tertulia, recital, encuentro no termina en una reverenda juerga, el evento no fue bueno. ¿Es que acaso estamos celebrando nuestra marginalidad o nuestro propio fracaso para calar con nuestra literatura en la sociedad? ¿Es que acaso nos van querer màs, leer màs porque vendamos nuestra imagen que andamos a media noche por las calles, los parques cual piltrafas humanas a dar pena? Si Faulkner, Joyce, Hemingway, Poe, Darío, Chocano, Valdelomar, Vallejo, Bryce, han entrado a las páginas de la lectura obligadas y a los currículos oficiales, no es porque fueron borrachines, sino màs que eso: creadores. Su alcoholismo o dipsomanía sólo es un hecho anecdótico: nadie ha pasado la inmortalidad, en literatura, por ser un simple borrachito.

Hay gente que hasta hace apología y reverencia –equivocadamente- la borrachera y hasta la justifica como un acto de prender la chispa de la creatividad literaria. La borrachera quizá haga màs daño que la falta de lectores, la inexistencia de editoriales, falta de políticas culturales, pues nadie a un borracho toma en serio ni menos lo respeto ni menos le permiten entrar a la pedagogía literaria, el tufo de su “fama de saratraposo”, lo aniquila y macula a todos los que transitan por los senderos de la literatura.

Muchos versiculeros en el Perú han y utilizan la literatura como fachada para dar rienda suelta a su propia autodestrucción, sólo les ha importado en un fin de semana encontrar un alivio en el vicio cancerígeno de su seudobohemia, han creído solucionar su problemas en un noche de viernes, pero han tenido los seis días de fracaso, ha vuelto al día siguiente, meados por los perros y cagados por la oscuridad de la noche, envueltos en sus propios vómitos y atorados en su propia angustia existencial de misios, a ser los mismos: borrachines que, sin beber licor, andan ebrios de soledad, orfandad, miseria, complejos y angustias. Pudo màs el fracaso de su vicio que la belleza de su verso, no concomitante con su grandeza literaria.
Por: Nicolás Hidrogo Navarro
(hacedor1968@hotmail.com)
Lambayeque, agosto 21 de 2006

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