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Los Duendes del Mirador

Posted by Sci-Fi

LA CITA MOTIVACIONAL DE LA SEMANA

Los Duendes del Mirador
(Cuento)


Érase una vez, en San Martín, un hermoso paraje de la ceja de selva peruana, muy cerquita de Bagua Grande en la provincia de Utcubamba, se presenció la llegada de un agricultor que provenía de la sierra, cansado de vivir miserablemente explotado, decidió buscar un lugar que le sirviese de cobijo y sustento, llegó cargando sus pocas pertenencias, quizá lo más importante para él, era su pequeña familia, una linda y aguerrida mujercita amazonense y dos pequeños herederos, pasaron algunos años y con mucho esfuerzo logró un significativo progreso.
Un buen día, Guiyermo, muy de madrugada salió a trabajar acompañado de unos familiares que llegaron del otro lado de Quebrada Honda, necesitaba ampliar su terreno para instalar pasturas y criar ganado vacuno lechero, empezó la interminable acción devastadora de talar el bosque y, ante la fuerza de los afilados dientes de una motosierra, enormes árboles de cedro y caoba, de acerillo y capirona quedaban dormitando sobre el enriquecido colchón húmico bajo sus pies que eternamente los había alimentado.
En medio del bosque, muy lozano y de imponente presencia, existía un enorme árbol de catahua con una rara perforación circular cerca de la base, sin contemplación hicieron de él una inimaginable pila de tablas, terminada la jornada, regresaron a casa.
Al día siguiente retornaron al trabajo.
¡Tío Guiyermo, venga pronto! __ Llamó con desesperación Asensio
¿Qué pasa sobrino? – respondió
Mira tío, ayer, estas tablas estaban amontonadas en aquel lugar y curiosamente hoy están aquí.
Seguramente el cansancio te hace ver diferente __ replicó Guillermo.
¡Observa! Aquí hay unas huellas que se pierden en la base de la catahua.
¡Cierto! __ dijo Josmar Raul, el papá de Asensio

¡Veamos que encontramos!__ se dedicaron a retirar los restos de aserrín y descubrieron un hoyo que se profundizaba en el suelo, siguieron avanzando encontrando un sombrero viejo, ollas y cucharas de plata.

Regresaremos mañana __dijo Guiyermo __ ¡Quizá sea un entierro!__ ya atardecía cuando retornaron al pueblito, antes de llegar escucharon un llanto inconsolable corrieron todos encontrando a Sara Rebeca sollozando, lamentando la desaparición de Ricardo su hijo menor.
Ya anochecía y veían muy complicada la situación.
¡Salgamos a buscarlo! ¡Vamos rápido, alisten mechones y lamparines!__Habló casi gritando Guiyermo, armados con machetes, palos y escopetas, buscaron por los alrededores gritando con fuerza.

¡Ricardo, Ricardoo, Ricarditooooo! __ El eco lastimero se confundía con los ladridos agudos de Nerón y Laika, dos hermosos perros de caza que se unieron a ellos; mientras el bosque, inmutable, de rato en rato refrescaba sus duros rostros con una suave brisa helada que llegaba silbando con tristeza.
¡Nada, no es posible que este lejos!__ Se consolaba el padre, la interminable noche agonizaba lentamente despertando con los primeros cantos de los gallos, la luz iniciaba su eterna lucha contra la penumbra hasta lograr derrotarla acompañada del alegre trinar de las aves silvestres, hermosas melodías desacompasadas por momentos por el canto de algún “Gallito de las rocas” que por allí pernoctaba, lamentablemente para la familia Morales, la desaparición del niño, les impedía gozar de la belleza del amanecer en el campo.

Ese día se sumaron a la búsqueda, el teniente gobernador y el presidente de las Rondas Campesinas que organizados en grupos y provistos de un precario rancho frío, se internaron en el misterioso bosque bajo el amenazador rugido de los truenos. Ya al medio día una impetuosa lluvia los obligó a refugiarse en un abrigo de la montaña, momento propicio que aprovecharon para almorzar.
¡Tío! – llamó la atención Asensio.
¡Tengo una mala idea! ¿No cree que el duende se llevó a mi primito?
¿Y ustedes qué me dicen, creen en los duendes? - preguntó a los acompañantes
¡Claro que creo! – Dijo Atilano __ Hace algunos años, cuando cruzábamos el bosque, nos cogió la noche bajo el cerro llamado “El Mirador” cerquitita de san Antonio, no tuvimos otra opción que la de acampar allí, al despertar nos faltaban cuatro mulas, ni se imaginan ustedes donde las encontramos ¿saben? Estaban amarradas en la copa de un árbol y con mucha dificultad las rescatamos, desde ese día jamás pasamos de noche por allí.
¡Indudable! __ dijo Maritza Elenith __ Recuerdo cuando estaba muy pequeñita, mi padre como era comerciante, llevaba alimentos en una piara, una ves acampamos cerca de ese lugar, al despertar las asémilas estaban amarradas de tres en tres por la cola y otras con la cola y las crines bien trenzadas, mucha dificultad tuvimos para lograr desatar los nudos, ustedes ya se imaginarán ¿A quién podríamos culpar si no es a los duendes?
¡Entonces….es cierto!, pensé que sólo eran fantasía – dijo desconsolado Guiyermo ¿Alguien sabe cómo ubicarlos? Talvez logremos recatar a mi muchachito.
¡Escuchen!, a mí me contaron mis abuelitos que si les robamos algo importante se puede hacer un trueque __ habló pausadamente Romel
¡Tío, las ollas, las cucharas de plata! __ Gritó emocionado Asensio.
¡No! Eso no funciona así, tiene que ser un bello púbico – volvió a comentar.
¡Dime Romel! ¿Cómo podríamos conseguir un bello, si nadie tiene idea cómo son ni de cómo atraparlos?
¡Seguro!, recuerdo que mi abuelo decía que tendríamos que buscar al joven más hermoso del pueblo para esta misión, además debe tener ciertas cualidades como tocar guitarra y cantar, la belleza, la música y el canto atrae poderosamente de una duende, que es la más fácil de conquistar.
¡Tú! – Dijeron todos a la vez – ¡Tú eres la persona indicada, estamos seguros que puedes hacerlo!
Bueno, si ustedes así lo creen lo haré por Ricardo, un niño ejemplar de la comunidad.
Desde ese día, Romel comenzó a recordar los secretos que le había enseñado su abuelo poniéndolos en práctica, recordaba que al duende hembra conocida también como “la minyhula”, le fascinaba las fragancias escandalosas y que le repugnaba los olores fétidos, llenó un chisguete con orina guardada, cogió unos dientes de ajo y salió acompañado de José Manuel y José Alfredo, dos jóvenes profesores que se identificaban mucho con la comunidad, el primer día, terminó afónico y mojado hasta los huesos por el aguacero que le cayó encima, había escogido un claro en el bosque, donde había un peñasco del cual divisaba todo a su alrededor, lamentablemente la lluvia lavó el perfume y no pasó nada.
Ha insistencias del padre de Ricardo, regresó al día siguiente, no llovió pero soleó quedando casi deshidratado, a la hora del almuerzo sintió el golpe de una piedrecilla en la espalda no volteó y siguió degustando el riquísimo “cuy con papas” que le habían preparado, nuevamente sintió otro golpe, dejó de almorzar y recogió las piedritas, para sorpresa suya, estaban tan frías como el hielo, bueno, pensó, me toca lucirme, se paró arreglándose el cuello, mostrando su espigado y blanco cuerpo; rasgando su guitarra, le dedicó un huainito muy pero muy romántico, luego otro y otro, al atardecer regresó al pueblo, ya se estaba ganando la confianza de un ser al que nadie conocía.
Al retornar el siguiente día al lugar de costumbre, lo encontró diferente, muy limpiecito con unas jugosas naranjas y fraganciosas chirimoyas en un costado, comió una naranja e inició la difícil tarea de flirtear al ser desconocido,
comenzó con una cumbia jaranera, a los pocos segundos le cayó un “chungazo” que le dejó casi sin aliento.
¡Carajo!__ dijo para sí, ¡A esta no le agrada la cumbia!, tocaré y cantaré un Rock and Roll.__ no bien inició la canción le cayó otro “chungazo” – ¡Esto no es con ella!__ se dijo__¡Le tocaré y cantaré huainitos!__ felizmente era la música que le agradaba, al medio día, hora del almuerzo, nuevamente sintió el golpe de las piedritas en la espalda a las que ya estaba acostumbrado, ni bien terminó de almorzar, puesto de pie le cantó otro huainito y esperó para ver que sucedía, a unos veinte metros apareció una forma humana, le cantó otro huainito mientras la iba escudriñando, tenía el cabello rubio, ojos azules, sus manitos pequeñas y delicadas mostraban las uñas ligeramente puntiagudas y un vestido muy largo cubría todo su cuerpo.
Romel, la llamó y se acercó __ ¡Ven! __ le decía y se iba acercando más notando que cojeaba ligeramente hasta que de un salto llegó hasta el.

¡Hola, qué bonita eres!
¡Tu también! – contestó
¿Te gusta mi música?
También tu, ¿me regalas tu perfume?
¡Claro! Toma – alargando el brazo le alcanzó el frasquito de colonia inmediatamente vació todo el contenido sobre su cuerpo.
¡Escucha, esta canción es para ti! – entonó un huainito especial y mientras tocaba, se sentó sintiendo el abrazo tierno de la duende, mientras que a cierta distancia José Manuel y José Alfredo miraban absortos lo que estaba sucediendo.
¡Gracias por las frutas! __ dijo Romel al terminar de cantar ¡Son muy agradables!
¡Te traeré mas!, diciendo esto quiso bajarse.
¡Espera por favor! ¡Quiero saber tu nombre!
¿El tuyo es Romel, cierto?... bien, el mió es “Limbo” ¿quieres saber porqué?..... Porqué siempre me encuentro en el borde de lo real y lo imaginario, así es mi mundo, es cierto que soy muy extraña, pero me atraes mucho.
¡Gracias Limbo! __ respondió Romel.
¿Dime, cuando un niño es captado por ustedes, que sucede?
¡Sabes!.. Lo captamos porque le descuidan o como venganza, como en este caso que destruyeron nuestro hogar, luego lo sometemos hasta convertirlo en uno de nosotros.
¿Y en que tiempo sucede eso? Preguntó Romel con curiosidad investigando algunas pistas para lograr su propósito.
Por lo general el proceso de transformación demora hasta ocho meses, en bebés es más rápido. __ respondió Limbo,
Aprovechando la confianza, Romel intentó ganar terreno abrazándola, suavemente le dijo
¿Me dejas acariciarte?
¡Puedes hacerlo! Contestó rápidamente Limbo,
El comenzó acariciando la rubia cabellera y poco a poco sintió que limbo se estaba rindiendo, tocó suavemente sus piernas llegando hasta la zona del pubis, se detuvo un instante recordando a Ricardo, de salir bien las cosas, seguro lograría su libertad, calculó bien para no fallar ya que era quizás la única oportunidad, presionando una pequeña porción de bellos, los jaló con brusquedad, Limbo reaccionó con muchísima violencia atacando a Romel quien sacó con rapidez el chisguete rociándola con orines, ella se alejó despavorida por el asco que sentía, regreso llorando pidiendo que le devuelva los pelitos, Romel aprovechó para iniciar el proceso del canje.

¡Lo siento mucho Limbo! Sé que esto te pertenece, los devolveré siempre y cuando traigas de regreso Ricardo.
¡Noooo! ¡No puedo hacer eso, mi Rey Gnomo no me permitirá! – contestó entre gritos y llanto.
¡Mientes! Sabemos que lo tienes en tu poder, el Rey no se entera de esto, sólo lo hace cuando ya es uno más de ustedes, si no quieres hacerlo, entonces… me llevaré de recuerdo estos bellos y comenzaré a quemarlos uno por uno en azufre, ya sabes que te pasaría.
¡No, no, no lo hagas, no hagas eso por favor! trataré de traerlo pero me devuelves mis pelitos – suplicó Limbo.
Romel asistiendo con la cabeza le dijo.
Sólo esperaré hasta las cinco de la tarde si no lo traes, cumpliré mi promesa.
Limbo desapareció huyendo del lugar, horas más tarde llegó jalando de la mano a Ricardo, en otro lado Manuel y Alfredo se pusieron en alerta con las escopetas listas para disparar y como desconocían si las balas pueden hacer daño a los duendes alistaron los chisguetes como reserva, lo más importante ya estaba logrado.
¡Mira limbo! Te devuelvo cinco bellos y me quedo con tres, mañana regresaré para entregarte los pelitos que faltan.
Terminado el trueque, retomaron el camino de regreso.
En la comunidad de San Martín los familiares y amigos mantenían viva la esperanza del rescate, cuando los vieron llegar trayendo a Ricardo, no cabía la alegría en sus corazones, muy felices los padres abrazaron al hijo, simbolizando el cuidado que jamás deben olvidar.
En otro rincón de la casa, Romel con la serenidad que le caracterizaba y rodeando de muchas personas adultas y jóvenes quienes por el momento lo habían convertido en el personaje más importante de la comunidad, escuchaban atentos la historia del rescate, trasladando vía oral los ancestrales conocimientos de su cultura como el uso de sustancias y otros productos orgánicos y minerales que podían utilizarse para auyentar a los míticos duendes.
Muy temprano, recibiendo la brisa matinal, Romel se dirigió al reencuentro con Limbo; esta vez, le acompañaban Gerardo con Ángel Leoncio, las autoridades del lugar.
Limbo estaba sentada con la cabeza entre las rodillas, dejaba escuchar su silencioso llanto.
¡Toma esto, es tuyo! __ Al levantar la mirada llena de odio, Romel le lanzó una cajita que Limbo cogió con rapidez, al abrirlo notó que le faltaba un pelito
¡Dame el otro! __ Casi gritó exigiendo.
Por el momento no te lo daré, pero te prometo devolvértelo dentro de un año, en este mismo lugar si es que me prometes que jamás raptaras a niños de estas comunidades.
Limbo no sabía que responder, le parecía difícil estar alejada mucho tiempo sin uno de sus pelitos, luego de un momento, sin decir nada, en señal de aprobación se alejó del lugar llorando inconsolablemente.
La devastación del bosque para convertirlo en chacras, obligó a los duendes cambiar de habitad.
Después de un año Romel llegó hasta la montaña ubicada al pie del Mirador que aún se mantenía intacta por ser una zona inaccesible, albergando en su interior una rica biodiversidad de especies destacando el “Gallito de las rocas” ave nacional de nuestro Perú, Romel subió al peñasco y tocó huainitos, ya se disponía a regresar cuando apareció Limbo cargando una pequeña bolsita.
¡Esto te pertenece limbo! – Romel lanzó una cajita que cogió Limbo y al abrirlo, si, allí estaba el pelito que le faltaba, sonriente lo aprisionó contra su pecho.
Sin mediar palabra, Romel bajo del peñasco y tomó el camino de regreso.
¡Espera! __ Escuchó decir tras de si, volteó lentamente para escuchar.
¡También he traído algo para ti! dijo Limbo quien aún se sentía muy atraída por el joven, finalmente le dio una recomendación.
¡Prométeme que lo abrirás cuando estés en tu casa!… diciendo esto le alcanzó la pequeña talega que había preparado.
¡Adiós limbo!
Con estas palabras Romel se despidió sabiendo que no volvería a verla.
Ha pasado mucho tiempo y pocos recuerdan esta historia, precisamente en ellos sigue latente la aparición de otro ser extraño.

Autor: Guillermo Elías Fernández Olivera
20/02/2006
Círculo Literario
“Todas las Sangres”
Bagua Grande Utcubamba

“Entré a la literatura como un rayo, saldré de ella como un trueno”
Guy de Maupassant

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