LITERATURA REGIONAL DE LOS ORÍGENES EN LAMBAYEQUE
Evolución y caracterización diacrónica
Por: Lic. Nicolás Hidrogo Navarro
(hacedor1968@hotmail.com)
Evolución y caracterización diacrónica
Por: Lic. Nicolás Hidrogo Navarro
(hacedor1968@hotmail.com)
INTROITO
El proceso histórico de la literatura regional en Lambayeque pasa por tres preguntas motivadoras fundamentales: ¿Existió y existe una literatura lambayecana? ¿Lambayeque tiene elementos simbólicos y alegóricos trasuntados en su literatura? ¿En qué momento surge una literatura auténticamente lambayecana, teniendo como cultores no necesariamente a lambayecanos sino tránsitos terrígenas?
Corolariamente no existió literatura lambayecana, sino literatura regional hecha, editada y difundida en Lambayeque. Los elementos simbólicos como el huerequeque, la chilala y la parafernalia iconográfica muchik, no se encuentran presentes en la constante temática de los poemas, cuentos, novelas de manera orgánica y sistemática, sino como elementos referencialmente artificiales, no vivenciales.
La concepción de la creación y producción auténticamente literaria, desligada de la política, la reivindicación sindicalista y los ideales de redención social como nación y como Lambayeque, recién aparece a fines del siglo XIX con la obra del modernista José Eufemio Lora y Lora y el criollista-costumbrista Emiliano Niño Pastor. Antes y después, hasta al década del 60 del siglo XX, hubo una contaminación de los géneros y especies y nos se distinguía la literatura del panfleto político o del libelo periodístico.
Lambayeque, tuvo y tiene, hasta la actualidad una fuerte tradición lírica, ligado al individualismo sensiblero en su gran mayoría; y en otras, a la expresión de la belleza y concepción del mundo exterior.
Desde el remoto escribano, solado conquistador español a caballo con pluma de ganso y grandes pliegos de papel de cáñamo, hasta el moderno escrutador del alma y delineador de relatos modernos en una computadora, han pasado cinco siglos inmensos de perplejidad y cambios radicales, pero la literatura estuvo alojada allí en la pupila, en el labio, en el pensar, en el papel, purista o entremezclada híbridamente con las pasiones humanas y la chúcara realidad, pero estuvo allí y hoy tenemos que estudiarla, revalorarla, encontrando el hilo conductor, hasta desbaratar esa gran caja china, con una gran salto cualitativo desde 1532 hasta el 2006.
CUERPO CRÍTICO
A) La época prehispánica (s. X d.c. s.1531)
La cultura Lambayeque no registra hasta la actualidad (2006) una evidencia científica de lengua escrita, sí hablada, el muchik, pero pese a que la simbología en payares representan una elevada categoría semiótica, no alcanza el grado lingüístico de una lengua con categoría de comprensión social en todos los estratos y diacrónicamente no nos ha llegado descifrada de manera coherente y lógica.
Sin embargo, estas formas jeroglíficas que han quedado plasmadas en huacos retratos y pictografiados, en telas funerarias, en frescos y murales, revelan el alto sentido de la cosmovisión de un literaturismo primitivo que debió tener en la oralidad su expresión más elevada a través de mitos y leyendas que se deben haber extraviado de la fugaz fonética de sus antiguos habitantes.
La iconografía moche es muy rica y suple la carencia en idioma escrito comprendido y descifrado. Gran parte de estas formas iconográficas revelan un sistema semiótico paralelo a la lengua oral, donde sincréticamente se fusiona el aspecto cosmogónico, mítico-mágico-religioso con la actitud guerrerista, conquistadora, lujuriosa e intimista de los antiguos lambayecanos. El sentido antro y zoomorfico, revela grandes cualidades imaginativas y por lo tanto una predisposición al relato oral, embrión primigenio de una literatura que tenía que ver con su ser, lo oculto, lo posesivo y sus premoniciones.
Las leyendas de: “Naymlap”, recogido por Miguel Cabello Balvoa en su Miscelánea Antártica, “El Origen del Algarrobo”, “Ninamasha y Pachacamac”, “La Rebelión de las cosas”, “Leyenda de Aka Fala”; y el mito de “El dios Kon”, constituyen expresiones auténticas literarias del periodo prehispano Lambayeque y que gracias a la tradición oral y la recopilación de las fuentes orales de los cronistas conquistadores, nos ha llegado a nosotros envuelto en una nueva lengua avasalladora: el castellano.
B) Periodo de la conquista (1532-1554)
La conquista cogió a los antiguos lambayecanos o muchik, con costumbres y rituales sangrientos, basado en deidades, dragones, cangrejos, aves emplumadas, reptiles, demonios alados, cosmogonía del día y la noche, del bien y el mal, del sol y la luna, del mar y la lluvia, de la tierra y las plantas, todo ello plasmado iconográficamente con un mudo silencio de rictus y sacrificio sangriento.
Al decir de Juan José Vega “Los llampayecs fueron una… colectividad costeña tardíamente asimilada al Imperio del Cuzco y que jamás tuvo muchos lazos comunes con la gran metrópoli andina”, de allí que su lengua no fue el runa simi, sino el muchik, lengua de menor número de usuarios. Siguiendo con el mismo proceso de caracterización el autor de Pizarro en Lambayeque, dice “…los lambayecs tuvieron frente al Cusco, como frente a las demás colectividades de ese viejo Perú, una cultura y una legua propias; un arte distinto; una economía diferente; costumbres diversas a los demás y especialmente a las surandinas. Tenían los llampayecs una historia propia, más antigua que la cuzqueña y una aristocracia aborigen rencorosa, con ansias de recuperar los privilegios arrebatados primero por el gran Chimú y luego por los Incas.”, Esto nos puede dar una idea que la idea de literatura en el Lambayeque antiguo, traducido en sus cantos, himnos, plegarias, en sus mitos y leyendas, no debió parecerse en nada a lo que se conoce como el antiguo Tawantinsuyo.
Los primero cronistas que pisaron y describieron toponímicamente a la región de Lambayeque, haciendo un inventario de sus hombres, riquezas, costumbres, flora, fauna, las formas y los procedimientos de conquista, serían los soldados cronistas Diego de Trujillo, Francisco de Jerez (secretario personal de Francisco Pizarro), el Capitán Cristóbal de Mena, Pedro Cieza de León, entre otros. Ellos al describir la penosa y agreste travesía de Francisco Pizarro por Motupe, Salas, Jayanca. Mochumí, Cinto, Collique y por el río Chancay, Reque, camino a Cajamarca, habrían creado la primera referencia epopéyica de la topografía lambayecana y el precedente más antiguo sobre crónica de conquista, inscrita dentro de la tradición literaria.
Dentro de la tradicón oral recogida por los cronistas destacan infinidad de mitos y leyendas en torno a la presencia dominadora y conquistadora del Inca Wuayna Capac en la región Lambayeque, a su paso por Collique, Cinto (actual, Ferreñafe), Kañaris, Kongacha e Inkawasi.
C) Periodo virreynal (1555-1820)
La predominancia de la pintura mural, la escultura, la imaginería, la confección de retablos, la cerámica, metalurgia, orefebrería, copó casi toda la actividad artística y cultural, sumado al gran predominio religioso, todas estas rates debía tributar a la divinidad. En este periodo, en Lambayeque no se produjo una literatura auténtica, sino documentos notariales de escribanos públicos.
La literatura lambayecana, como la peruana en general, también fue un proceso de imposición, remedo y continuación de la tradición hispana. Lambayeque fue sólo un apéndice del centralismo del virreinato peruano. Los primero escritos que se produjeron, sin tener el rigor de literatura fueron los escritos notariales y los inventarios de los mismos españoles. Registros históricos que tenían una mezcla de documentos jurídicos, informes administrativos, memorandos judiciales, anecdotarios políticos, sociales, religiosos y económicos.
Esta etapa se caracterizó por resistencias y conformación de palenques, movimientos de plebes, levantamientos y revueltas anticoloniales, antigamonales, tomas de haciendas como las de Tumán, Pomalca, Calupe, Cayaltí, y a pesar que llegaban libros de Europa por Barcos, eran sólo del uso de una casta privilegiada. No se producía libros ni literatura propiamente dicha, en el contexto regional. Conquistador y conquistados, más preocupados en mantener sus estatus, los primeros, y, lograr su independencia, los segundos, se enfrascaron en sus revueltas y la literatura pasó a ser sólo un uso ocasional de refranes coplados, versadas, décimas, cumanas díscolas y pícaras de los negros de Saña, heredas de los piuranos.
Saña podría ser la villa histórica, poblada de leyendas de piratas y de bailes libidinosos de los afronegroides, cantos profanos-religiosos donde nace la primera literatura lambayecana autóctonamente propia. Las coplas, las glosas, décimas y las cumananas constituyeron los géneros predilectos donde de manera versada y canturreada, fluye la expresión natural del antiesclavismo, pero al mismo tiempo la chispa alegre, jaranera y libertina de los negros lambayecanos, junto con su cimbreante danzar.
d) Periodo de la independencia y república (XIX-XX)
Este periodo está caracterizado por ser un momento de sacudimientos e ideales libertarios. El surgimiento de periódicos como… donde aparecían coplas, décimas y manifiestos de corte político y antimonarárquico, generó más que una corriente literaria en el verso, un instrumento de repulsa, sátira contra el viejo orden colonial, peor también con el naciente militarismo.
Literariamente esta etapa tiene hasta tres momentos:
a) Momento de la identidad lambayecana (1821-1980)
1.- Generación modernista (1821-1910)
José Eufemio Lora y Lora, Emiliano Niño Pastor, Enrique López Albújar
Es una generación cosmopolita en la forma, pero identificada con la terregineidad en el fondo. Es el gran momento del verso clásico y de la prosa refinada. Es el momento de la internacionalización de la literatura lambayecana.
2.- Grupo de Chiclayo o Bohemia chiclayana o Grupo de Vanguardia (1910-1930)
El auge del marxismo en Europa con su reguero de pólvora por América, llega a Chiclayo y encuentra entre sus intelectuales lambayecanos su mjeo caldo cultivo para a través del editorial, los furibundo artículos, hacer notar su presencia. Al decir del destacado historiador lambayecano, el profesor Pedro delgado Rosado, en su artículo (Utopía Norteña, abril de 1995-FACHSE-UNPRG), Movimiento intelectual en Lambayeque 1920-1930, la política y la literatura estaban íntimamente ligados. Entre estos corajudos políticos con ideales socialistas-marxistas destacaban, Nicanor Alejandro de la Fuente Sifuentes Nixa (1902), Carlos Arbulú Miranda, José María León Barandiarán, José Alvarado Mesones de la Piedra, Juan José Lora y Olivares, Oscar A. Imaña, José del Carmen Bracamonte Cervera, Mario Bazón, Jorge Jiménez Monsalve, Augusto Demetrio León Barandiarán, Lorenzo Justiniano Cubas Barboza, Lorenzo S. Orrego Vargas, Valentín delgado Bueno, Mario Pasco Gargurevich, Medardo R. Revilla, Juan Rivera Piedra, Ricardo Abelardo Miranda Romero, Rómulo Paredes Gonzáles, Rogelio Pérez Castro y Nazario Chávez Aliaga.
El Club Unión y Patriotismo de Chiclayo, era en este periodo el gran impulsor junto al colegio Nacional de San José de sendos juegos florales.
Las revistas “Colónida”, “Bronce”, “Proteo”, “Frívola”, “Balnearios”, “Juventud”
En esta etapa surgen los periódicos “La Protesta libre” (1906-1909) y “La abeja” (1909-1920), “El País”, “El tiempo”, “El progreso”, “La tarde”, “El tiempo”, “Crítica”, “La hora”, “Ahora”, “Hechos”, “La Industria”, de clara orientación anarquista, reivindicacionista del proletariado de la época, donde publicaban columnas literarias como Lunes literarios, Sábado de los poetas, El sábado con la literatura, El rincón de los poetas.
3.- Generación del 50
Alfredo José Delgado Bravo (1924), Alfonso Tello Marchena (1923-1986)
Mario Puga Imaña (1915-1959), Mario Florián Díaz (1917-1999), Carlos Camino Calderón (1884-1956)
Caracterizada por una fuerte identidad folklórica, un intento de rescate de la identidad lambayecana y una concepción y apego al canon clásico rubendariano y la vanguardia de la generación del 900 y el telurismo vallejiano.
4.- Generación del 60
Estuardo Deza Saldaña (1928), Carlos Bancayán Llontop (1943), Jorge Fernández Espino (1943), Mario Camino Negrón (1939), Carlos Ramírez Soto (1943), Raúl Ramírez Soto (1939), Max Dextre (1936 - 1998), Ricardo Rivas Martino (1935), José Vargas Rodríguez (1938), Andrés Díaz Núnez (1943), Rully Falla Failoc, Elio Otiniano Mauricci (1930).
Es una generación de polendas y reivindicaciones sociales y con gran acento chocanesco y heraudiano. Pegados unos a la tradición y otros eclosionados hacia el versolibrismo y el surrealismo.
5.- Generaciónd el 70
Ramírez Ruiz, Juan (1946), Arce Torres, Luis (1950), Víctor Díaz Monge (1943), Oscar Vilchez Vélez, Nicolás Guerrero Zapata (1947-2000), Moraima León Sáenz (1950), Leonela Másquez Solís (1945), Beatriz Moreno Quiróz (1949), Juan Flores Arrascue (1955), Moisés Espinoza Gálvez (1946), Enrique Solano Rodríguez (1940), Antonio Serrepe Ascencio, Es una generación dividida entre el arte comprometido sartreano y el arte por el arte camusiano, revela una gran intimismo poético basado en las formas libres y expresa ya un desapego a las formas y simbolismo lambayecano, para mostrarnos más su yo poético, que su yo social.
6.- Generación del 80
Larcery Díaz Suárez, Mariana Llano (1959), Javier Villegas Fernández (1956), Manuel Patiño López (1962), Arturo Rodríguez Serquén (1963), Zoila Gonzáles Rivas, Víctor Contreras Arroyo, Bruno Buendía Sialer.
Representa una generación socialmente descompuesta pro el sistema político, pero cargada de ilusiones líricas y, en el caso, especial de Buendía, un experimentalismo narratológico que trasciende hacia la expresión existencial del onirismo sensualista.
b) Momento de la deslambayecanización (1990-2006)
1.- Generación del 90
Ernesto Zumarán Alvites (1969), Carlos Becerra Popuche (1971), Luis Ernesto Facundo Neyra (1973), Stanley Vega Requejo (1972), Nicolás Hidrogo Navarro (1968), Luis Hinojosa Valdera (1967), Luis Ángel Yomona Yomona (1966), Joaquín Huamán Rinza (1962), Ana Miranda (1977), Antonio Noblecilla Rivas (1971), Juan Montenegro Ordoñez (1965), Lalí Oalva Pereyra (1976), Rubén Mesías Cornejo, Hugo Rojas Mendoza, Dandy Berrú Cubas, William Célis Guerrero, Juan Carlos Flores Tucto, Nevenka Waterdolsfer, Giulianna Aguirre Zevallos, William Célis.
Es una generación plaquetera y con profundos abismos diferenciales entre propuesta y propuesta poética y narrativa. Huérfana de lectores, carente de espacios publicitarios y con un gran arraigo del alcohol. Fue una generación cobardemente indiferente y timorata ante el sistema político-social imperante. Buscó el efectismo marketero y se llenó de ínfulas No estuvo preparada para el triunfó, cantó victoria antes de tiempo. Pero dejó una huella de círculos literarios y una gran cantidad de trabajos inéditos. “Umbral”, “Argos” “Arboleda” y “Ubicuos Malditos”, constituyen los espacios aglutinadores. Competieron entre sí, más con la ínfula que con la propuesta estética. No tuvo adalides ni una propuesta estética definida, cada uno hizo islas y derivó hacia su propio derrotero existencial. Es una generación que los 2000 recién está alcanzado su plena madurez y se afana por no naufragar entre el repostamiento de los 2000 y la indiferencia lectora.
2.- Generación 2000
Marcoantonio Paredes, Maria Elena Flores Alvitez, Antonio Castro Cruz, Teresa Menor Alarcón, Abraham Ibáñez Meléndez, Roxana Ayasta Seclén, Gerardo Carrillo Burga, Brander Gonzáles López, Marles Eneque Solano, Paul Muro Losada, Fiorelita Sánchez Lapoint, Mabel Díaz, Alejandro Suyón, José Antonio Ibáñez, David Huanilo, Carlos Muro Yovera, Arturo Bravo Flores, Antonio Castro Bernal, Luis Alberto Hurtado Ramírez, Manuel Burga Altamirano, Magaly López Solórzano, Jonathan Larrea Colchado, César Limo Mil, Naneska Alarcón Gonzáles, Carlos Abel Araujo Pita, Fernando Odiaga Gonzáles, Rolando Barrios Sandoval, Juan Felipe Chilón, Julio César Porras, Jomara Hidrogo Cabrera, Rocío Ríos Arroyo, Ronald Calle Córdova, Matilde Granados Requejo, David Villena Reyes, Henger Capuñay Fenco, Luis Boceli, Krishtian Valiente Uriarte.
Es una generación experimentalista y muy cosmopolita, con una elevada calidad estética en su fondo expresivo y su forma lingüística. Centrado en la propuesta estética tanto lírica como narratológica, hacia una humanismo renovado y reconciliado entre el quehacer místico y el devaneo juvenil. Quizá sea la síntesis de la deslambayecanización, quizá sea el corolario de todas las fuerzas y todas las tormentas desatadas entre el yoismo poético, la narración urbana, el rescate lúdico de la identidad, pero fundamentalmente la expresión del esencialismo como una opción de vida, hastiazo del discurso fofo de los versificadores antes que de lo poéticamente sentido y vivenciado. Funden el quehacer literario con la preocupación del hacer humanístico. Tienen la idea, les falta la mística, identificarse como artistas holísticos y entrega total, les falta sentirse creadores universales, les falta meter los zapatos hasta el hígado y llaga misma de la humanidad. Pero su verso, su párrafo vaticina una gran generación, que hoy recién empieza a volar con alas propias y con un ímpetu inusitado.
CONCLUSIONES
· Lambayeque tiene un rico material numénico y una raigambre tradicionalmente lírica, desde sus orígenes prehispánicos.
· El excesivo antropologismo y arqueologismo de la zona, ha mermado el estudio de los antecedentes literarios desde la base lingüística de una no descifrada científicamente escritura muchik.
· Entre literatura lambayecana y literatura regional, se debate una polémica, por la ausencia de simbolismos locales dentro de la tradición, las fuentes inspirativas, los temas y la propuesta estética inexistente propia.
· Es recién afines del siglo XIX que surge una literatura en Lambayeque propiamente dicha, entremezclada con el ensayo político, el pasquín sindical y el editorial periodístico.
· Dos generaciones fluyen actualmente nítidamente: la de los 90 madurada en su quehacer y reflexionar desde su quehacer desde 1992-2000, y una nueva que reclama y toma por asalto, la generación 2000, la palestra literaria enriquecida por influencias remotas de lecturas exóticas del Internet y su afán de esencializar y darle a la literatura una razón de vida, un pretexto de esteticismo y una comulgación con sus ideales y aspiraciones,
EPÍLOGO
Desde el Conglomerado Cultural Perú, venimos luchando contra la gran desidia de lectores y la insensible pérdida de creadores, en la calle y en los Institutos Pedagógicos y Universidades. Venimos integrando creadores tímidos y solitarios a esa minúscula cofradía de los “poetas y narradores loquitos que se reúnen viernes a viernes en el INC-Lambayeque desde las 8.00 p.m. hasta las 11.00 p.m.”, cuestionando a docentes de la especialidad de Lengua y Literatura por esa inmensa apatía y desconexión con el mundo de la literatura viva. Y hoy tenemos la oportunidad de meternos en el aula, y frente a todos aquellos, que, quizá mañana, sean los incendiarios y promotores de la literatura (creación-comprensión-interpretación-valoración) o los bomberos, torturadores, memoriosos, adormecedores y deicidas de nuestra literatura de ayer, hoy y siempre.
Lambayeque, junio 21 de 2006
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